“Junto al sepulcro santo, María Magdalena,
en lágrimas deshecha,
se arrodillo en el suelo, buscando a Jesús.
Los ángeles vinieron a suavizar su pena,
pero no consiguieron suavizar su dolor.
Luminosos arcángeles, más no era vuestro brillo,
luminosos arcángeles lo que esta alma ardiente venía aquí a buscar.
Ella quería ver al Señor de los ángeles,
tomarle en sus brazos y llevarle muy lejos.
Junto al sepulcro santo Ella quedó la última,
y al sepulcro volvió antes de amanecer.
Su Dios se hizo también presente, aunque velando su presencia,
no pudo Ella vencerle en la lid del amor…
Cuando llego el momento, desvelándole Él su faz bendita,
envuelta en propia luz, brótele de los labios una solo palabra,
fruto del corazón.
JESÚS, el dulce nombre murmuró del “MARÍA”,
y devolvió a María la alegría y la paz”.
Poesía 14 al SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS.
Santa Teresita de Lisieux.
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